miércoles, 21 de septiembre de 2016

Refugiándonos en el papel

CAPÍTULO I


Me despierto inquieta, nerviosa… creo que me he dormido!  con la cantidad de cosas que tenemos que hacer hoy……ahí va! Pero si estoy en Zaragoza ya…

De repente, un cúmulo de emociones me abruma durante unos minutos antes de levantarme.
Por un lado ya siento esa nostalgia propia de cuando se acaba algo que has estado esperando durante mucho tiempo. Tan sólo hace unas horas que no estamos en Grecia y ya echo de menos a la gente que hemos conocido allí.
Por otro lado tranquilidad… Tengo la suerte de estar en mi casa, descansando, sé que me voy a levantar y tendré cosas que hacer, sitios a donde ir, gente con la que disfrutar…
Y por último… incertidumbre y preocupación por nuestros amigos sirios.

Ahora toca retomar la rutina de “nuestra realidad”, pero es importante no perder de vista la que hemos vivido durante estas dos semanas.

Se supone que vivimos en una sociedad moderna, avanzada, tolerante… donde  unos cuantos países, formamos parte de una unión en la que se respetan los derechos y libertades de las personas… y ahora resulta que cerramos nuestras fronteras a personas que huyen de sus países para salvar su vida. Personas, de las que tenemos mucho que aprender.

Nosotros, durante estas dos semanas ya hemos empezado.

En el limbo que son los campos para refugiados, nos hemos encontrado una valentía fuera de serie, una sorprendente alegría y unas arrolladoras ganas de retomar las vidas estancadas. Aunque ello suponga empezar de cero en un país desconocido con una cultura completamente diferente.

Mientras la vida les trata injustamente, mantienen la paciencia en una rutina monótona, en la que no hay otra ocupación más que sobrevivir. 

Los hombres se dedican a conversar, a jugar a las cartas…por la tarde, cuando el calor empieza a dar tregua, juegan su partido de fútbol. Alguno de ellos, nos ha contado testimonios escalofriantes de su tenebroso viaje hasta Grecia.

Las mujeres, grandes heroínas, son las que mantienen el equilibrio de la familia. Dedican la mayor parte del día a sus hijos, aunque les gustaría tener mayor tiempo para ellas.  Uno de los mejores momentos en el campamento, fue la fiesta para ellas. Nos enseñaron bailes kurdos al grito de WOMEN HAVE THE POWER!

Los y las adolescentes.  Nos hemos encontrado a jóvenes estupendos en la edad de estar con sus amigos, de salir, de empezar a hacer cosas por sí mismos… creo que son los que peor llevan estar en el limbo. Muchas inquietudes y deseos propios de su edad, que se ven frustrados por la situación en la que se encuentran. Tendrán que esperar demasiado tiempo para poder cumplirlos.

Y por último nuestros pequeños grandes amigos. Las niñas y niños. Los que nos han regalado todo su cariño. Inolvidable para siempre serán sus recibimientos, corriendo hacia al coche al vernos llegar. Sus ganas de ayudar sin parar de repetir  mi! mi! mi! y las eternas despedidas con el ya mítico para nosotros SEE YOU TOMORROW MY FRIEND!

Lamentablemente, también será muy difícil de olvidar sus peleas… tienen la violencia interiorizada de tal manera, que la usan como medio para solucionar cualquier conflicto. Patadas, puñetazos, peleas con piedras… están a la orden del día, y en ocasiones, nos ha resultado muy complicado tranquilizar a los pequeños.

Por otra parte, la labor realmente dura que hemos desempeñado estos días. Los desayunos para la gente que está en la calle.
En la zona que hemos estado, unas doscientas personas distribuidas en tres pequeñas zonas de Tesalónica. Personas que huyen de conflictos que llevan años azotando sus vidas. Llevan tanto tiempo huyendo que ya no les queda nada. De nuevo Europa cerrando puertas, y en esta ocasión a personas que huyen de conflictos en los que ha tenido una corresponsabilidad evidente, participando en bombardeos y un largo etc. en el que no me extenderé en esta ocasión…

Estos días nos hemos encontrado mucha solidaridad y ejemplaridad ciudadana, algo que deberían aprender nuestros “queridos” políticos, responsables de paliar esta crisis.
La solidaridad está muy bien, es necesaria, pero no debe ser la sustituta en ningún caso de nuestros DERECHOS como ciudadanos, ni mucho menos de nuestros DERECHOS como PERSONAS.

La realidad, es que lo que todas estas personas tienen en común es un futuro incierto. Para todos ellos espero que la vida les trate mejor que hasta ahora y esté cargada de cosas buenas.

No podemos caer en la equivocación de ver esta situación con una normalidad adquirida por el tiempo, pues todas estas personas se perderían en el olvido.
Nosotros haremos todo lo que esté en nuestra mano para que esto no ocurra.


Me voy con la sensación de haber hecho una buena labor, pero sin ninguna duda, de haber recibido muchísimo más de lo que he dado.


¡¡OPEN THE BORDERS!!


CAPÍTULO II

Pregúntate qué sentirías si tuvieras que huir de tu país por miedo a perder tu vida, o la de aquellos a quienes quieres.

Pregúntate qué sentirías si hubieras visto bombas caer frente a tu casa, pensando que la siguiente podrías ser tu. O si hubieras perdido a tu hermana, a tu padre, a tu hijo, a tu amigo o a tu vecina en un fuego cruzado, en un bombardeo, en un secuestro o ahogada en el mar.

Pregúntate cómo estarías si tras conseguir salir de ese desastre, te encuentras durmiendo al raso, sobre un montón de cartones, expuesta al sol, a la lluvia o al frío, sin saber cuando podrás comer o beber. Imagínate además, que te acompañan tus hijos, de uno y tres años.

Pregúntate qué harías si llevaras ocho meses estancada, enjaulada, recluida en un campo, que no es más que una fábrica abandonada repleta de tiendas, en la que habitan otras personas en tu misma situación.

Pregúntate que sucedería si dependieras de que una furgoneta de reparto fuera la responsable de traer diariamente un plato de comida(frío y asqueroso) a tu mesa, y si no tuvieras la posibilidad de trabajar para tener una vida digna.

Piensa en qué sentirías si estuvieras esperando que alguien, en algún momento, se dignase a darte algo de información sobre cuál puede ser tu futuro, en manos ahora de nadie.

Imagina que tu futuro dependiese de unos personajes de despacho y guante blanco, que no conocen ni de lejos el significado de la palabra HUMANIDAD.

Vamos, atrévete ¿qué sentirías si la posibilidad de reubicación en otro país dependiera de que una ONG se “enamore” de tu hija sin dientes, o de tu hermana mutilada, o de tu historia, ejemplo de superación y valentía?



O peor aún, si supieras que tu futuro pasa por pagar a la mafia para que te ayuden a cruzar la frontera, con los riesgos que eso acarrea.


Imagínate que todos tus deseos, sueños, ilusiones, planes de futuro, se viesen truncados y tuvieras que soportar una espera que no sabes cómo y ni cuándo acabará.

Por favor, hazlo, inténtalo al menos, y se sincera contigo misma ¿Crees que algún ser humano merece este trato? ¿No crees que al no hacer nada, estás legitimando estas situaciones? Y si fueras tú quien está ahí ¿ qué esperarías que hicieran por ti?

TOMA CONCIENCIA Y ACTÚA!


CAPÍTULO III



Estoy hecha un lío, tengo un mejunje de emociones, sentimientos e ideas que me inundan a menudo; tristeza, cariño, culpa, amor, indignación… 

No sé cómo reflexionar sobre esto, supongo que necesito tiempo y distancia, pero no quiero tomar ese tiempo y esa distancia porque mi corazón está allí, conectado a Rudim, Lilaf, Amir, Hussein, Nadim, Malek… 

Si conviviéramos con todas las personas de este mundo y viéramos lo iguales que somos en ideas, pensamientos, sentimientos y sueños no permitiríamos que nuestros gobiernos hicieran esto. 

No entendemos cómo sucedió el holocausto y cómo la población lo permitió y estamos en el mismo momento, dejando hacer o consolándonos con que no podemos hacer nada. 

No sé cómo resumir todo lo que he vivido, así que acabaré con la frase que me dijo Rudim: “Los seres humanos no necesitamos lujos, ni posesiones, ni si quiera comida o bebida, solo necesitamos tener sueños”.


CAPÍTULO IV

Pues aquí estamos. Otra vez en nuestros hogares y con el cariñoso recibimiento de nuestros familiares y amigos. Empezamos a dirigir todo lo vivido en Grecia, no es tarea fácil. Ahora llega el momento en el cada uno tiene que mirar para adentro y sincerase con uno mismo, así que hablaré en primera persona.

Es difícil empezar a tirar del hilo. Tengo muy claros mis pensamientos, pero al mismo tiempo la contraposición de sentimientos hace complejo encontrar un principio.

Me siento pesimista la verdad. Pesimista por no entender cómo es posible que esto se permita y pesimista porque se va a seguir permitiendo. No es lo mismo ser consciente de que un problema exista que verlo con tus propios ojos. La indignación e incomprensión aumentaron en el momento en el que vi el primer campo de refugiados. Ya no es que se prive a las personas de tener una vida mejor, es que se les está privando de aquello de lo que a Europa le gusta tanto presumir, libertad. El derecho a decidir no existe para estas personas. Han pasado a ser números y a ser llamados el problema de la crisis de refugiados. Para mí el único problema es la inhumanidad en la que nos rodeamos. No hay excusas que valgan. No hay excusa para que no se abran las fronteras, no hay excusa para robar la infancia a miles de niños y no hay excusa para no permitir que las personas como tú y como yo puedan seguir con su vida fuera de su país, pues las circunstancias no les han dejado otra opción que emigrar o morir, así de claro.

Hace tiempo que todos estamos decepcionados con los gobiernos y cansados de hablar y sufrir nuestra sobrevalorada crisis económica. Esto no es nada chavales. No quiero con ello quitar valor al esfuerzo, sacrificio y dolor de muchas personas europeas, en nuestra realidad también padecemos y sufrimos, pero al final estoy segura de que la mayoría tenemos un sitio al que ir, poder pedir ayuda y sobretodo tenemos lo más importante, nuestra identidad. Poder caminar sin tener que escondernos simplemente por nuestro lugar de procedencia.

Todas las palabras de indignación que yo pueda decir son un cero a la izquierda. Nada va a poder cambiar el mundo en el que vivimos. Y, ¿para qué entonces meterse en este jardín? Pues muy fácil. Sólo basta sentir la necesidad de hacer lo que esté en tu mano para mejorar o intentar alegrar un poquito el ánimo y el bienestar de estas personas. Creo que es la mejor manera de manifestarse ante esta injusticia.

No soy mejor que nadie por haberme lanzado a hacerlo, de hecho ahora mismo me siento de lo más insignificante. Ni siquiera es un granito de arena lo que he puesto y ni siquiera sé si podría haberlo puesto de alguna manera mejor. Todo es poco comparado con lo que necesitan y merecen. Esa es la realidad. Pero que mi tono no os confunda, también es real que me siento feliz de haber estado allí y de haber llevado una dosis de cariño y esperanza. Si una conclusión saco de esta experiencia, es que trabajar exclusivamente para uno mismo nunca traerá la felicidad. La búsqueda está en los demás.

Algo que también ha sido muy bien aprendido es el agradecimiento a la, voy a decir suerte, que tengo de vivir en un lugar donde no hay que preocuparse por sufrir una guerra, ni de pasar hambre, en el que siempre tendré donde cobijarme y una familia a la que quiero incluso más de lo que pensaba. Parece algo gratuito y fácil, pero es una lección que por mucho que te la hayan contado toda la vida siempre se nos olvida y acostumbramos a quejarnos por cualquier cosa. Después de conocer la entereza con la que estas personas siguen viviendo, creo que a partir de ahora tendré que sufrir verdaderas desgracias para llegar a sentirme desdichada.  

Siento que tengo muchas más cosas que decir y más alegría que mostrar, pero está todo tan reciente que ahora mismo solo puedo pensar en qué estarán haciendo, en que si la gente del parque habrá comido hoy, en que echo de menos escuchar my friend my friend! y en que pronto puedan tener futuro.

Antes he dicho que el mundo no se puede cambiar, pero eso no significa que no siga existiendo gente que frene a la injusticia o que se atreva a evidenciar y denunciar lo que todos sabemos que es incorrecto. Ya sabemos de sobra que no podemos confiar en nuestros gobiernos, ellos no van a mover ficha. Hagámoslo nosotros. Es mucho más fácil tender la mano a quien lo necesita y, no cambiar, pero sí despertar con un grito al mundo de vez en cuando que mirar a otro lado y vivir con la carga de la indiferencia. 

NO BORDERS
ڕزگاری  Libertad


CAPÍTULO V


Como conclusión a esta enorme experiencia que ha durado dos semanas, intensas e inolvidables, puedo decir que me ha hecho crecer como persona, afianzar ciertos valores y menospreciar determinados aspectos materiales que, en muchas ocasiones consideramos imprescindibles en nuestro día a día, que al fin y al cabo no lo son tanto, todo ello indagando en lo más profundo de mi interior.

El día a día ha sido duro, hemos dormido pocas horas y gastado mucha energía, tanto física como emocional, pero sólo pensar que hemos aportado nuestro pequeño granito de arena y hemos hecho más felices a algunas personas aunque sólo sea en contados momentos, me hace pensar que todo nuestro esfuerzo ha merecido la pena.

He compartido momentos inolvidables con muchas personas (pequeñas y grandes) sin entender de fronteras, religiones, condiciones o clases, tan sólo personas, descubriendo y compartiendo el lado más humano de cada una de ellas.

Muchas de las experiencias que nos han contado han sido realmente potentes (familiares perdidos, casas derrumbadas, viajes interminables y extremadamente arriesgados, secuestros, explotaciones…) nos han generado grandes momentos de tristeza y  al mismo tiempo de admiración por la entereza con la que lo han transmitido cada una de ellas, en las cuales todavía se ven reflejadas en sus miradas perdidas que expresan vacío, miedo y desesperanza constante de vidas derrumbadas que han quedado atrás.

Haciendo recuento, en el campo de SINATEX donde hemos colaborado, aportamos algunas cosas que creemos les servirá y pueda hacerles la vida más llevadera allí. (Muebles con material reciclado y reutilizado, un pequeño huerto, juegos educativos y lúdicos, material deportivo, hemos aportado nuestras clases de inglés y deportes para niños y adultos, distribución de materiales de higiene… y alguna cosa más que ahora no me viene a la cabeza).

Creo que hemos conseguido crear mayores relaciones sociales entre sus habitantes y potenciar las capacidades de algunos haciéndoles conscientes a ellos de sus potenciales y de la necesidad de colaborar y ayudarse unos a otros para poder hacer esta situación un poco más llevadera.

Y probablemente, lo más sencillo pero no menos importante, hemos mantenido conversaciones cargadas de emociones y sentimientos que han resultado enriquecedoras de manera recíproca para todos.

Me siguen quedando muchas dudas sin resolver y muchas cosas sin entender ni compartir según mi manera de pensar. Las necesidades básicas de algunas personas pueden estar cubiertas, pero sus vidas están cargadas de incertidumbre, están estancadas y no entienden por qué no pueden reconstruirlas donde ellos quieran, ya que, se encuentran allí por una guerra que les ha sobrevenido, no son culpables de nada y lo han perdido todo.

Otras muchas, ni siquiera tienen cobijo ni derecho a asilo, y viven en una lucha constante con el único objetivo de conseguir llegar al día siguiente intentando lograr algo que llevarse a la boca, conseguir una manta o tan sólo un poco de agua con la que lavar a sus hijos que en muchos casos solo tienen semanas de vida. ¿Qué futuro les depara?

He de decir también que nos hemos topado con fantásticas personas voluntarias, muchas de ellas españolas, que con su entrega, dedicación y solidaridad han llevado a cabo tareas importantísimas que apenas se ven y que son muy necesarias, ya que no están cubiertas ni por el gobierno ni por las grandes ONGs, que a veces dan la sensación de exponer gran indiferencia, trabas y desorganización.

En cuanto a mis cinco compañeros, sólo tengo palabras de admiración hacia ellos. Estoy seguro de que esta experiencia ha forjado aún mas nuestra AMISTAD y me siento muy afortunado de que formen parte de mi vida.


CAPÍTULO VI


Hace dos días que volví de este viaje y ya estoy sumergido en la rutina del día a día. 

Estas líneas están siendo las más duras de escribir y tengo que borrarlas constantemente, pues no quiero que sea un escrito de autoayuda, ni un alegato en contra de la sociedad en la que me he criado. Simplemente quiero echar la vista atrás y recapacitar sobre lo que estos días han significado para mí. Pido disculpas de antemano si no puedo remediarlo y acabo cayendo en el error que intento remediar. 

Acuden a mi cabeza, a la velocidad de la luz, miles de imágenes, recuerdos y conversaciones, las cuáles me han enseñado más de lo que creía que podía aprender, tanto de mí mismo, como de la superación del ser humano ante las adversidades.

Tengo grabadas las sonrisas de los niños, ajenos a la injusticia que padecen, y con más amor que caries en sus dientes.

Veo el agradecimiento de la gente de los parques, los olvidados de esta historia que, sin cruzar una palabra, te podían explicar el cansancio, el hambre o la necesidad que tenían. Pero sobre todo el agradecimiento, no por los alimentos o el agua que les dabas, sino porque todavía hubiese alguien que pensaba en ellos.

Siento el amor de la gente de Sinatex, y la estrecha relación que hemos hecho en pocos días. Podría decir que se ha convertido en mi segundo pueblo, un lugar en el que todos te conocen y aunque no tengas “tu familia” hay un fuerte vínculo con todos ellos.

Tiemblo por dentro al repetirme las palabras tan profundas y elocuentes de gente humilde, que bien podrían ser cualquier filósofo o gran pensador del mundo actual. O en las de un niño, que me sorprenderían en alguno de los “adultos” de mi entorno actual.

Cierro los ojos y mi boca se llena de solidaridad, con sabores a arroz, garbanzos o té tan dulce como la mujer que nos lo servía.

Cada mordisco de fruta, o cada trago de leche, evoca en mi recuerdo un rostro distinto de esos voluntarios independientes que cada día se convierten en hormiguitas que realizan tareas de titanes.

Sonrío al pensar en las largas sesiones de música dance en el coche o en la furgo y me enorgullezco profundamente de haber podido formar parte de este equipo, que espero que dure muchos viajes más.

Observo a la gente que pasa por la calle, desconocidos, como todos esos ciudadanos griegos que, al enterarse de nuestro trabajo allí, nos han ayudado de mil maneras distintas. También los hay necios, como en todas partes, pero no son dignos de mención en estas líneas.

No tengo palabras para describir todo el agradecimiento que siento por vuestras palabras de apoyo, por seguirnos todos los días, o por vuestras aportaciones económicas (sin vosotros, habría sido muchísimo más difícil). Al igual que no las tengo para describir la ira que siento al enchufar la tele y escuchar la sarta de sandeces que pueden llegar a decir nuestros políticos.

Me gustaría despedirme, por un breve espacio de tiempo, con una frase que para mí ha cobrado más sentido del que tenía, aún si cabe: 

“Los pájaros, las plantas y las tormentas, nada saben a cerca de las fronteras” Rima Nassir Tazari “Los sueños de un pueblo”













 

1 comentario:

  1. Manténgase sintonizado sin parar la moda gracias a nuestros paquetes ofrecen crédito entre los individuos día y la noche disponible a una tasa de interés del dos por ciento de los 191 euros solamente en contacto con el Sr. DUROU mail: duroumarcel@gmail.com para beneficiar

    ResponderEliminar