domingo, 23 de julio de 2017

Semana 3 - La espera desespera


Tercera semana en Grecia y tengo la sensación de que el tiempo pasa volando. Día a día se van acumulando tareas y van surgiendo cosas nuevas por hacer, y a veces no llegamos a todo, parece que nos falta tiempo.

Pero esta sensación no es compartida por la gente que sigue esperando que su situación se resuelva.
Este tema es constante en todas las conversaciones, con todas y cada una de las personas refugiadas con las que hablo. Muchos de ellos/as llevan meses o más de un año esperando, de campo en campo, algunos/as con más suerte, han conseguido ir a vivir a una casa. Pero en todos los casos, cada día es lo mismo. Despiertan con un sólo pensamiento en la cabeza. Esperan cada día esa llamada que les diga cuando pueden viajar o cómo se resuelve finalmente su situación de asilo. Es desesperante. Cada día igual que el anterior. Cada día, una sola meta, que no está para nada en sus manos. Parece que alguien ha pretado el botón de standby en sus vidas.
Cuando decidieron viajar hasta Europa, no imaginaron que esto sucedería así. Ellos/as esperaban poder llegar a algún país, en el que empezar de cero, en el que crear una red de apoyo, en el que poder alquilar una casa, reencontrarse con sus familias, buscar un trabajo, continuar sus estudios, practicar su deporte favorito... Pero esta Europa inhumana, insensible y fría ha congelado sus sueños.

Muchos/as se plantean cada día qué hacen aquí, se cuestionan porqué decidieron viajar a Europa, e incluso fantasean con la idea de volver a Siria, Irak, o sus países de origen. ¡ Que horrible! Pienso yo... Que alguien piense siquiera en esta idea, con los peligros que conllevaría volver, y después de todos los esfuerzos y peligros que han pasado para llegar hasta aquí. Pero pienso también en cuál es su alternativa aquí y en cierta forma lo entiendo. Intento ponerme en su lugar y creo que al igual que ellos/as me desesperaría tras meses o años de espera, de falta de información, de falta de empatía.

Y pienso también en que todos y todas somos cómplices en esto. Tenemos una responsabilidad en esta situación y no queremos verlo.
Primero porque como sociedad, hemos sido incapaces de exigir a nuestros gobiernos que se posicionasen en los conflictos que asolan estos países, paralizando la exportación de armas como principal medida.
Segundo, porque tampoco exigimos que agilicen los trámites para que estas personas puedan viajar a sus países de destino y puedan comenzar a rehacer sus vidas. Es vergonzoso que el gobierno de España se comprometiera a acoger a 17.000 refugiados/as sirios antes de septiembre de 2017, y a día de hoy tan sólo hayan llegado 1.400 personas. ¿Cuándo empezaremos a reaccionar?

Quienes decidimos venir aquí como voluntarias somos conscientes que, más que nuestro trabajo y ayuda en Grecia, lo que estas personas necesitan es una solución definitiva. Nuestro trabajo por supuesto es necesario, pero es sólo un parche...

¡Reflexionemos! Ideemos entre todas la manera de poner solución a estos problemas. Construyamos colectivamente.


¡Hasta pronto!

Pintando un árbol de la vida

Tod@s colaboran en el mural

¡Muy precioso!

domingo, 16 de julio de 2017

Semana 2 – ¡Viento en popa!

La semana empieza con una rutina inalterable ¡ A por las verduras! Y es que cada lunes, hacemos un reparto de verduras en el campo y algunas casas en Tesalónica. Así que, antes de ir al campo, nos acercamos al almacén que la organización Help Refugees tiene en las afueras de la ciudad, y recogemos las bolsas de verduras que otras voluntarias han preparado con mimo. Tomates, patatas, pepinos, cebollas, menta o perejil....
En este almacén, se coordinan diversos proyectos: Reparto semanal de verdura fresca, se organiza y reparte también comida no perecedera, ropa, productos de higiene, menaje para el hogar... Además, desde aquí, se pone en contacto a voluntarios/as independientes con proyectos que necesitan colaboración. Y también es la sede en la que trabajan "Soul Food Kitchen", que cocina y reparte raciones de comida, y "Get Shit Done", que se van a encargar de reconstruir la escuela en Sinatex, y realizan proyectos del estilo en diferentes campos del Norte de Grecia. Si queréis conocer más a fondo su trabajo y colaborar con ellos/as económicamente o como voluntarios/as: https://helprefugees.org.uk


Además de este reparto de verduras semanal, realizamos, también esta semana, un reparto de comida no perecedera. Estos repartos se realizan dos veces al mes, e incluyen harina, azúcar, aceite, pasta de tomate y levadura, aunque varía según la semana... Aunque a veces contamos con comida del almacén para realizar este reparto, en general suele correr por cuenta de las voluntarias de Be Sînor(el proyecto que coordina la escuela y las actividades en el campo, y con el que ahora trabajo), y supone un gran desembolso de dinero.

Todo listo para la distribución de comida no perecedera

Pero no sólo de pan vive el hombre... Esta semana hemos organizado una asamblea con la gente del campo, para explicarles quienes somos y cómo funcionamos, qué hacemos, cuáles son nuestros próximos proyectos, y para que pudieran hacernos sus propuestas. Creíamos que era necesario hacer esta asamblea, pues como ya os conté la semana pasada, toda la gente del campo es nueva, y creíamos que realmente no conocían exactamente cuál era nuestra función en Sinatex. El encuentro fue muy productivo, y creo que hizo que la gente empatizara un poquito más con nosotras, y se muestran más dispuestos a colaborar.

De allí han salido alguna sugerencias, como crear una zona de peluquería. Así que, dicho y hecho, esa misma tarde, al salir del campo, fuimos a comprar algo de material para que, tanto hombres como mujeres, puedan arreglarse y ponerse guapos/as. Al día siguiente, nos remangamos y limpiamos y pintamos una zona del interior de la nave que no estaba siendo utilizada.

Adecentando el Salón de Belleza de Sinatex

También hemos empezado a limpiar y desmontar las estructuras de la antigua escuela, para que cuando llegue el equipo de "Get Shit Done", esté todo listo para construir el parque infantil y la zona comunitaria.  

Hasta las más peques colaboran en el desmontaje de la escuela


Además, esta semana, hemos dedicado algunos ratitos paara ir afianzando las relaciones con algunas personas del campo. El haber tenido la asamblea comunitaria, nos ha facilitado este proceso, ya que la gente, al entender más nuestro trabajo y nuestras intenciones, se muestran más confiados.

Esta semana también han comenzado algunas actividades con los y las más peques del campo. Un grupo de voluntarias bastante numeroso, de distintos países(Colombia, Francia, EEUU y Grecia), han comenzado a realizar actividades de baile, percusión y pintura. Y no sólo los y las niñas han participado, sino que algunas personas adultas también se han animado. Al final, cualquier cosa que se salga de la rutina diaria para estas personas, es bien recibida.

La próxima semana, más noticias frescas.
Besos a raudales.




domingo, 9 de julio de 2017

Semana 1 - De vuelta a Grecia



En nuestro día a día, apenas nos paramos a observar los cambios que se producen a nuestro alrededor. Pero todo cambia, a cada instante. Y en seis meses desde mi última estancia en Grecia, todo es muy distinto, empezando por Sinatex, el campo.

El primer choque al venir, fue llegar y ver la escuela que había en el exterior del campo. El invierno le ha pasado factura y, ese espacio que hace un año estaba lleno de vida, hoy solo evoca dos palabras: abandono y olvido. Y cuando pienso en ellas, creo que no solo la escuela está abandonada y olvidada. También las situación de las personas refugiadas en Grecia ha ido paulatinamente silenciándose. Entre todos les hemos olvidado y abandonado a su suerte.

Escuela exterior de Sinatex

Segundo choque, ninguna cara conocida, por suerte, en Sinatex. Todo el mundo es nuevo en el campo, y yo para ellos también por supuesto. Algunos de nuestros amigos, ya han sido reubicados en sus países de acogida. Otros siguen a la espera, pendientes de sus teléfonos en todo momento, aguardando la llamada que les avise de la fecha de su viaje. Algunos están en Tesalónica, otros en Polykastro, otros en Atenas. Algunos viven en pisos confortables y otros en casas u hoteles en condiciones muy poco dignas, casi peores que las del campo. Estrés, ansiedad, angustia, aburrimiento, esperando esa llamada que tarda tanto en llegar. Incertidumbre por el futuro que les aguarda en su nueva vida en otros países.

Volviendo a Sinatex... Como os decía, todo el mundo es nuevo en el campo. Todos ellos han llegado desde los centros de "retención" (detención sería la palabra más indicada) de las islas griegas. Su situación es bastante distitna a la de las familias que conocimos el año pasado, pues la mayoría llegaron a Grecia tras el acuerdo de la vergüenza, por lo que su perspectiva de futuro es permanecer una larga temporada aquí. En general, la dinámica del campo es bastante distinta. Creo que todavía no sienten ese espacio como propio, y nos cuesta un poquito motivarles para las actividades, y crear lazos.

Grafiti en la entrada del campo

Pero nosotras, que seguimos empeñadas en mejorar la estancia de estas personas en el campo, miramos siempre hacia delante. Así que, como principales objetivos para las próximas semanas: crear vínculos de confianza entre ellos/as y con nosotras, e implicarles en los nuevos proyectos que vamos a ir desarrollando.
Se va a crear una zona de panadería, con unas mesitas hechas con materiales reciclados, y unos hornos, para que puedan amasar y cocinar su propio pan.
Para la antigua escuela, un super proyecto diseñado por Get Shit Done, un grupo de voluntarias independientes, que vana crear una zona de parque infantil y un espacio comunitario para poder realizar actividades en el exterior. Aunque Get Shit Done va a aportar una gran parte del dinero necesario para este proyecto, se necesita financiación, así que os animo a colaborar con vuestras aportaciones. Actualmente hay 25 niños y niñas, menores de 7 años, viviendo en Sinatex ¿Nos ayudáis a darles un espacio digno en el que puedan divertirse y evadirse de la monotonía y la dureza del campo?

¿Nos echáis una manita?

Seguiré informando

PD: Os echo de menos aquí EQUIPO












lunes, 9 de enero de 2017

Día 10 - Jodido Adiós

Amanecemos por último día en Sinatex. Y amanecer es un decir. Las luces del campo permanecen las 24 horas del día enchufadas.
Hoy ha sido una noche cruda, ha helado en el campo y no hay agua corriente, así que lavarse la cara y despejarse se vuelve algo complicado. Permanecemos un rato al abrigo del calentador, imaginando cómo sería estar allí, con esas condiciones climáticas, dentro de una tienda de campaña. Sabemos que esa es la suerte que corren en otros campos, así que podemos estar agradecidas.

Nuestros anfitriones preparan un contundente desayuno, que nos ayuda a coger fuerzas para la tarea mas difícil de todas: la despedida.

No queremos comenzar, porque sabemos lo que nos supone, pero hay que hacerlo...Así que, muy a nuestro pesar, nos ponemos en marcha. Esta vez, puerta por puerta, habitación por habitación, vamos diciendo hasta pronto a nuestros/as amigos/as. Muchos ya sabían que hoy era el día de nuestra partida, otros nos miran sorprendidos por la noticia. Detrás de nosotras, un grupo de peques nos acompaña. Bromean y llaman nuestra atención constantemente. Algunos se cuelgan de nuestro cuello a la más mínima ocasión, otros nos muestran su tristeza por nuestra marcha con su enfado, aunque finalmente se funden en un gran abrazo con nosotras y no paran de repetirnos “I love you”, para risa de sus amigos. 
También un grupo de adolescentes siguen esta comitiva que, sin querer, hemos creado. Nos llaman a parte para darnos unas pulseras que han hecho para nosotras. Lo agrademos infinitamente y les decimos, tal y como lo sentimos, que siempre tendrán un huequito en nuestro corazón. Intentan hacerse las duras, pero a todas se nos acaban escapando unas lagrimillas. Seguimos adelante engalanadas y y orgullosas de haber logrado crear esos lazos que superan culturas, idiomas y fronteras.

Algunos “hasta prontos” se hacen especialmente duros, y ni nosotras ni ellos/as podemos contener las lágrimas. Hacemos de tripas corazón e intentamos ponerle un punto positivo y agradable a la despedida, deseándoles que la próxima vez que nos encontremos pueda ser en Alemania, en España o en cualquier otro país europeo, y no en esa jaula que va tragándoles poco a poco.

Por primera vez nos invade un sentimiento desagradable. Nos cuesta pensar en volver a la comodidad de nuestros hogares, a la comodidad de nuestras vidas, con todas nuestras necesidades cubiertas, con tantas cosas que ni queremos ni necesitamos, con tan poco tiempo para pensar en los demás, con ese egocentrismo que nos invade cuando nos dejamos llevar por la rutina diaria y pensamos en nuestros minúsculos problemas, de los que nos gusta hacer grandes montañas.
¿Cómo podemos regresar a todo esto sabiendo que sigue habiendo personas recluidas en campos, viviendo en condiciones infrahumanas?
¿Qué nos diferencia de ellos y ellas? 
¿Porqué tenemos que tolerar que está situación se alargue durante más de un año? ¿Hacemos todo lo que está en nuestras manos? 
¿Acaso no es de laguna manera nuestro voluntariado una forma de intentar acallar esas voces en nuestras cabezas que nos dicen que podemos hacer algo mejor?
Entonces esto, ¿lo hacemos realmente por ellos/as o por sentirnos mejor con nosotras mismas? 
Siempre hay un por qué a cada acción. Entonces, ¿por qué preferiríamos quedarnos en Tesalónica antes que retomar nuestras confortables vidas? Quizá es que ya no nos llenan después de haber vivido todo esto. Quizá es que ya nos hemos encontrado con la felicidad donde menos pensábamos que íbamos a encontrarla y ahora nos alejamos de ella.

Llega el momento de marchar. Abrimos por última vez la puerta del campo, y una racha de viento helado(estamos a -4ºC) nos congela la cara, pero parece que esa sensación penetra hasta el fondo de nuestros corazones.

De camino, nuestros amigos Imad y Aziz, que por última vez nos acompañan al autobús, van bromeando, para quitarle hierro al asunto. Cada quien capea el temporal a su manera, pero sabemos que también están tristes por nuestra marcha. 
De repente, a mitad del camino, vemos el bus y echamos a correr, mientras le hacemos señales para que nos espere, e intentamos no patinar con el hielo de la carretera. La última despedida es fugaz, y nos montamos en el bus con una sensación de vacío, y casi sin mediar palabra durante el camino(no hace falta, ambas sabemos cómo se siente la otra), llegamos a Tesalónica

Cogemos nuestras cosas en el apartamento y vamos a buscar a Álex, un chico catalán que también va a Skopje, y con quien compartimos taxi al aeropuerto y vuelo a Barcelona. En el camino charlamos sobre nuestras experiencias estos días. Conforme nos acercamos a Skopje, el termómetro baja progresivamente, hasta los – 15ºC. Y aquí estamos los tres, cada quien distrae la espera como puede, pintando, wasapeando, escribiendo reflexiones e ideas...


Nos despedimos también, por ahora, de todos/as vosotros/as, que nos habéis estado siguiendo cada día en esta experiencia. Os estamos inmensamente agradecidas por vuestros mensajes de apoyo. Y al igual que a nuestros/as amigos/as de Sinatex, os decimos solamente “HASTA PRONTO”, pues sabemos que este viaje aún no ha acabado...

Día 9 - La historia de Imad

Hoy nos levantamos más tarde de lo habitual. Pasamos la mañana en casa, recogiendo y haciendo maletas. Esta noche vamos a dormir en el campo, así que queremos dejarlo todo preparado para cuando volvamos a Tesalónica.

Hoy hace un frío del carajo. El camino del autobús al campo se hace especialmente duro. Sopla un cierzo de menos no se cuantos grados... Al llegar, algunos jóvenes están haciendo un fuego en la antigua escuela, pero pronto corremos a resguardarnos dentro de la nave.

Sabemos cuánto nos va a costar despedirnos de nuestros/as amigos/as, así que empezamos hoy mismo. Al llegar, nos juntamos con Diana y Amir, los hermanos adolescentes que entrevistamos para el docu. Queremos que lo vean. Pasamos un ratito con ellos, su madre Fidham, que enseguida se pone a preparar unos platos de fruta y unos cafés, y su hermano Mohammed, un joven de 18 años al que apenas conocemos, pues no se deja ver demasiado. Mohammed suele pasar todo el día en su cuarto, y no se relaciona con nadie, pero se muestra receptivo con nosotras cuando llegamos. Para los y las jóvenes es realmente complicado establecer lazos en el campo, ya que les cuesta mucho confiar en otras personas.

Continuamos las rondas de visitas visitando de nuevo a Lilav. Hoy la encontramos más animada, incluso nos propone juntarnos esta noche con otros jóvenes del campo y pasar un rato distendido,fuera de su rutina diaria. Tenemos una sorpresa para ella. Hace unos días nos comentaba que echaba mucho de menos leer, así que decidimos regalarle un libro. En una de nuestras escapadas al centro de la ciudad, y tras varios intentos, encontramos una librería con unos pocos libros en inglés. Escogemos para ella “Verónica decide morir” de Paulo Cohelo. Se emociona con el libro y con las fotografías y dedicatorias que le dedicamos. Mientras estamos tomamos un té, su madre teje con los dedos una bufanda para Elena y para mí.

Pronto Almas, nuestra mamá siria, viene a nuestro encuentro. Hemos estado un poquito ocupadas estos días y no hemos podido pasar mucho tiempo con ella, nos echa de menos. Así que vamos para su habitación para pasar un rato con ella y su familia. Enseguida nos saca unos gorros de lana que ha estado tejiendo para nosotras estos días, y nos cuenta que ayer estuvo tejiendo hasta las 4 de la mañana para tenerlos listos antes de nuestra vuelta a España. Si en verano fue difícil despedirnos de ella, no queremos pensar en lo que nos espera mañana.

Tras algunos encuentros más, vamos para la habitación de Imad y Aziz. Esta noche por fin dos hombres cocinan para nosotras. Es algo poco habitual, pero no tienen nada que ver con el resto de hombres que podamos encontrar por aquí(que parece que solo saben jugar a las cartas y discutir a ratos). Antes de la cena les hemos dejado el portátil para que viesen una peli que habíamos descargado. Imad nos dice que realmente echa de menos una pantalla de ordenador y disfrutar de una peli que no sea en el móvil

Después de una cena distendida, vamos a visitar a Alan. Hoy es su cumpleaños. El otro día nos contó que hace cinco años que no celebra su cumple. Antes de venir a Grecia, su familia tuvo que desplazarse a Irak. Fueron perseguidos en Siria por el simple hecho de ser kurdos y mostrarse contrarios al régimen. Durante los últimos cinco años, Alan ha trabajado los 365 días del año. Hoy cumple 18... Aunque no podemos celebrarlo como él hubiese querido, pasamos un rato divertido.

Volvemos con Imad y Aziz, a quienes hemos propuesto que escriban para el blog aquello que quieran transmitir a todos/as quienes estáis leyendo estas líneas. Os transcribimos la conversación:

Me llamo Imad, soy de Al Hassaka, una ciudad de origen kurdo al noreste de Siria.
Mi vida en Siria era muy buena, lo que entendía por una vida normal y feliz, con un buen trabajo, con mis familia y mis amigos a mi lado, con cierta libertad dentro del contexto de ser kurdos y vivir bajo un régimen dictatorial.

Tras el inicio de las protestas contra el régimen, comienza la guerra, y también los primeros ataques por parte del ISIS. En vista a la iminente guerra que se nos venía encima, el ejercito kurdo se regenera, y multitud hombres y mujeres se alistan para proteger las ciudades mayoritariamente kurdas, que se ven atacadas por todos los frentes presentes en el conflictos(ejercito sirio, ISIS, Al Nushra) y por el ejército de Turco, que durante muchos años ha tratado de represaliar al pueblo kurdo. La resistencia del ejército kurdo es mayor de lo que al principio se imaginaba, y durante mucho tiempo consiguieron frenar la entrada y toma de estos territorios a todos los grupos armados que lo intentaban. Yo jamás he empuñado un arma. Aunque quería proteger a mi familia y a mi pueblo, no soy capaz de hacerlo. Soy médico, y mi trabajo es salvar vidas, no quitarlas.

Así que que los grupos armados cambiaron sus estrategias de ataque, y ya no se trataba de combates, si no que comenzaron a enviar coches y camiones bomba para hacerlos explotar en las ciudades. Estos ataques comenzaron a sucederse diariamente, incluso a veces, varios ataques en un mismo día, así que cada vez se volvía más inviable seguir viviendo allí. La gente no podía hacer una vida normal. No salíamos a comprar comida, ni los niños iban a la escuela. A veces debíamos permanecer varios días encerrados en casa, sin luz, agua, comida...

Uno de estos ataques con coches bomba alcanzó a mi tío y murió. Fue en ese momento que decidimos que no era seguro permanecer allí. En ese momento comprendimos que, por más que nos doliese abandonar nuestro hogar, no podíamos seguir viviendo allí, así que mi madre y yo, lo dejamos todo atrás, y emprendimos nuestro camino a Turquía. No teníamos suficiente dinero para poder pagar el viaje de todos, y mi padre todavía permanece allí. Nunca ha abandonado Al Hassaka, a pesar del peligro que supone para él continuar viviendo allí.

Junto a otras 30 personas, mi madre Seham y yo, atravesamos a pie la frontera con Turquía. El viaje fue muy peligros y todos estábamos asustados. Yo era el único hombre del grupo, y caminé durante todos el trayecto con un niño de tres años en brazos. Él viajaba con sus otros dos hermanos. Su padre murió en Siria ejecutado por el gobierno, y su madre permanecía hospitalizada en Turquía desde hacía 10 meses tras sufrir un atentado con coche bomba. Al cruzar la frontera, el ejercito turco abrió fuego contra nosotros, como si fuéramos una amenaza. Tuvimos que correr hasta un lugar seguro. Llegamos a un pequeño pueblo, donde contactamos con un tío mío que vive en Turquía. Un taxi vino a recogernos para llevarnos a su casa, donde permanecimos durante 20 días hasta conseguir nuestra documentación por nuestra condición de refugiados sirios. Los niños con los que viajamos, afortunadamente pudieron reunirse allí con su madre, pero ya no sabemos si permanecen en Turquía o siguieron su viaje hacia Europa.

Tras conseguir nuestros papeles, decidimos continuar nuestra travesía para llegar a un lugar seguro. En Turquía, el pueblo kurdo no es bien recibido, así que sabemos que no podemos permanecer allí por mucho tiempo. Contactamos con la mafia para conseguir llegar a Europa, es la única manera de poder hacerlo. Acordamos que mi madre y yo viajaríamos en el mismo bote. Nos piden 1500€ por persona. Quedamos con ellos ese mismo día, para salir desde Izmir. Los traficantes son de origen turco. En un primer momento, tratamos de llegar al punto de recogida en la playa. Cada traficante tiene un punto de partida. Así que nos meten a todos en un camión para trasladarnos hasta allí. Una situación muy angustiosa, donde pasamos verdaderamente miedo. La policía turca trató de cortarnos el paso, pero el conductor consiguió evitarlos. Al día siguiente volvimos a intentarlo con el mismo traficante, a la misma hora. Esta segunda vez, pasamos todos los controles policiales y conseguimos llegar a la playa a las 5,30 de la tarde. Estaba oscuro y aquello parecía una jungla. No podíamos encender una linterna o ni siquiera fumar un cigarrillo para que no nos descubrieran, los traficantes no nos lo permitían. Solamente podíamos llevar con nosotros una pequeña mochilas, en la que metí algo de ropa, pero ningún objeto personal, porque sabíamos que podía mojarse y podíamos perderlo. No llevábamos nada más porque pensábamos que en 5 días o en una semana estaríamos ya en Alemania. Llevábamos nuestros móviles metidos en unas pequeñas bolsas de plástico para protegerlos del agua. Nos dijeron que a las 7 de la mañana partía nuestro bote. Exactamente a las 7 , comenzaron a ponernos a todos, 70 personas, en el bote. Cuando estábamos a unos 30 metros, nuestro bote se rompió, y comenzó a inundarse, y toda la gente asustada comenzó a pedir ayuda. Los traficantes vinieron a por nosotros y nos rescataron, y nos dijeron que iban a traer un nuevo bote, con un motor nuevo, y estuvimos hasta las 4 de la tarde esperando que lo trajeran. Después de esto, nos pusieron a 60 personas en la misma barca. Éramos las últimas personas que quedábamos en la playa. Cuando empezamos a navegar, estábamos muy asustados, porque era nuestro primer viaje en el mar, 60 personas en una pequeña embarcación, nada segura, y no podíamos hacer nada. Cuando llegamos a mitad del trayecto había un gran barco del gobierno turco. Nos vieron llegar desde la otra orilla y trataron de volcar nuestra embarcación haciendo grandes olas, navegaban alrededor de nosotros, y comenzó a entrar agua en la embarcación. Comenzamos a coger a los niños en brazos, para que viesen que había menores entre nosotros y dejasen de intentar volcar el barco, porque íbamos a morir ahogados. Trataron de pararnos, pero el conductor del bote no se detuvo en ningún momento. El conductor era un hombre que no tenía dinero para pagar su pasaje, así que acordó con los traficantes que sería él quien condujera el barco. Le enseñaron lo básico para poder manejarlo, antes de comenzar a navegar.
Fue en tres ocasiones que intentaron volcar el barco, pero no lo consiguieron. El conductor siguió navegando, y conseguimos cruzar las aguas turcas, así que estábamos en lugar seguro.

Después de media hora, llegamos a una isla griega. Allí nos recogió la Cruz Roja. Cogieron a los niños, y nos dieron ropa seca para cambiarnos, zapatos y mantas térmicas, hacía mucho frío. Nos subieron a un autobús y nos trasladaron a un campo en la misma isla. En el campo había gente muy amable. Nos dieron una pequeña habitación para una sola noche, en la que dormir y descansar. Esa noche estábamos felices, porque pensábamos que conseguiríamos llegar a Alemania.
Esa noche, completamos nuestro registro como refugiados en Grecia. Al día siguiente nos trasladan con un barco a Atenas y nos instalan en unas habitaciones. Nos dicen que debemos permanecer allí porque la frontera está cerrada y no podemos continuar nuestro viaje. Al día siguiente, nos suben a un autobús, pero finalmente la policía no permite que el autobús se ponga en marcha porque dicen que la frontera está cerrada. Nos retienen allí, y nos dicen que debemos regresar a un campo. 
Llegamos allí y estamos tan solo una noche. Al día siguiente cogemos otro autobús, que pensábamos que nos trasladaría a Idomeni, pero no es así. Nosotros no confiábamos en la policía y no creíamos que fuera verdad que la frontera estuviera cerrada, porque habíamos visto a mucho gente que dejaba Atenas y nos decían que la frontera estaba abierta. 
Dos furgones policiales nos escoltan, y al llegar a una estación de servicio la policía no nos permite continuar el trayecto. Permanecimos allí durante seis días y seis noches. Era marzo y estuvimos seis días a la intemperie. Por la noche, las mujeres y los niños dormían en el autobús, los hombres dormíamos en la calle en unos sacos de dormir. Había algunos voluntarios que nos traían comida y agua. Después de eso, continuamos el viaje, pero volvieron a detenernos en otra estación de servicio durante dos días, y después nos llevaron a un campo militar durante otros dos días. Desde allí, cogimos unos taxis y nos trasladamos a Idomeni.

Idomeni era como un gran cementerio. He visto de todo allí, excepto humanidad. Era como una jungla. Tenías que ser fuerte para permanecer vivo. Había grupos que tenían poder y que podían vivir mejor que la gente corriente. Si tienes gente que te apoya, tienes poder, puedes hacer lo que quieras. Pueder robar, extorsionar, pelear. Las organizaciones también tenían miedo de esta gente ¿Puedes creerlo? Sólo si tienes poder, permaneces vivo.
Yo no me sentía amenzado, porque tenía mucha gente que confiaba en mí, porque veían cómo me comportaba en Idomeni y lo que hacía. Trataba de ayudar a todo el mundo. Yo organicé, junto a otras personas, una huelga de hambre. Yo luchaba por todo el mundo por igual, no sólo por mi propio interés. Como hablaba inglés, hablaba con la prensa, y les explicaba cómo era la situación en Idomeni, qué es lo que pasaba. Mandé muchos mensajes al público europeo. Es por eso que tenía mucha gente de mi lado, que me respetaban, y que confiaban en mí.
Había 10.000 personas viviendo en Idomeni. Había un montón de gente por todos sitios. Una gran fila de gente para recoger comida, otra fila para recoger un té caliente, otra fila para recoger agua. Así que debíamos esperar como unas 4 horas para que nos dieran algo de comida. Estuve viviendo en Idomeni desde el 1 de Marzo hasta el 26 de Junio. Con la policía no había ninguna relación, no colaboraban para nada con nosotros. Había muchos voluntarios de todas partes de Europa, también griegos. Algunos voluntarios griegos comenzaron a decirnos que dejásemos Idomeni, y nos trasladásemos a otros campos en Grecia, porque no iban a abrir la frontera. Pero no podíamos creerles, así que permanecimos allí. Teníamos una pequeña esperanza de que abrieran la frontera, pero finalmente, tenían razón, y aquí seguimos.

A la hora de desalojar Idomeni, la policía vino una noche, y nos dijeron que debíamos abandonar el lugar a la mañana siguiente. Nos dijeron que a las 6 de la mañana debíamos estar listos para subirnos a un autobús que nos trasladase a otro campo. Fuimos el último grupo en abandonar Idomeni. En los últimos días, trataron de presionarnos para que abandonásemos el lugar, haciendo volar, muy cerca de nosotros aviones, aquí sin bombas pero... trataban de asustarnos. Le dije a un amigo griego que me parecía que estaba en Siria de nuevo. La gente comenzó a enfrentarse con la policía esos últimos días, pues habían perdido la esperanza de que se volviese a abrir la frontera de nueva.

Nadie nos daba información de dónde querían trasladarnos. El gobierno era quien decidía a qué campo iban a trasladar a cada persona. No sabíamos cómo iba a ser el campo. Sólo nos decían que iba a ser mejor que Idomeni, que ibámos a tener buenas instalaciones, con baños, con comida buena, siempre las mismas promesas, pero no les creíamos. Cuando llegamos a aquí y vimos el lugar...Estaba sucio y olía a petróleo. Nos dijeron que no podíamos elegir, que debíamos permanecer aquí. De repente, pasé de ser un médico respetado en Siria, a ser un vagabundo. Cuando comprendimos que íbamos a seguir aquí por mucho tiempo, comenzamos a limpiar todo y a organizar nuestra vida aquí.
Al principio, el grupo que vinimos al campo, nos conocíamos, de Idomeni. Entre todos acordamos unas reglas de convivencia. Después de un mes, vino una familia, bastante numerosa, y la convivencia se tornó un poco más complicada. Durante las primeras semanas, tanto la policía como los militares nos escuchaban, y trataban de ayudarnos en lo que podían, pero ahora la relación ha cambiado, no sé muy bien porqué.

La vida ahora en el campo es buena, porque cuando pienso en el pasado...ahora está bien. Antes...¿puedes imaginarte a ti misma en una pequeña tienda en la que dormir, cocinar, fregar? Por supuesto que no puedes. Debíamos robar la electricidad, porque teníamos orden de no poder conectar nada. En invierno, con todo el calor, dentro de las tiendas, sin ventiladores, y en invierno, con el frío, sin calentadores. Pero, ahora, con estas habitaciones, estamos mejor, eso es lo que yo pienso, al menos. 

No se cuanto tiempo más voy a estar aquí. Hice mi segunda entrevista hace dos meses y diez días, pero espero que no sea mucho tiempo más. Creo que el futuro será mejor, de hecho, eso es lo que espero.

No se qué pensar sobre Europa. Están haciendo que nos volvamos locos. Pensábamos que iban a ayudarnos, pero no hacen nada por nosotros. Nos dejaron en una jungla, en la calle y nos dicen, búscate la vida. Nos acogen por la guerra en Siria, nos dicen que estamos a salvo, pero después nos dejan tirados en la calle. Pero estad agradecidos, piensan, porque aquí no hay guerras ni conflictos.
No somos una amenaza para Europa. Por supuesto el pueblo kurdo está en contra del terrorismo. Durante 4 años hemos tratado de combatirlo. Llevamos 4 años luchando contra ellos. Hemos tratado de proteger nuestras ciudades, y a todo aquel que podíamos, del terrorismo y del ISIS, así que puedo afirmar que la gente kurda está en contra del terrorismo. Concretamente porque ellos mataron a mi tío, es algo que no podré olvidar, no puedo olvidar lo que han hecho.

No pienso que la gente siria odie Europa ni a los europeos, al menos quienes yo conozco. No odiamos a nadie. Solamente necesitamos una vida normal, un lugar seguro. Sólo quiero un hogar, como el resto del mundo. Una casa con tejado, no como esta habitación. Y quiero volver a reencontrarme con toda mi familia, verlos de nuevo. Hace dos años y medio que no los veo, es muy difícil para nosotros, para mí, para mi madre, para mi padre. Dejamos a mi padre en Siria porque no teníamos suficiente dinero para poder traerlo con nosotros, así que cuando llegue a cualquier país en Europa, intentaré hacer la reubicación familiar de mi padre. Ahora está en peligro. Ahora mismo la situación en Al Hassaka no es del todo mala, pero no sabemos cuándo el ISIS tratará de nuevo de atentar con coches bombas o de sitiar la ciudad.

No se qué más puedo decir. He mandado multitud de mensajes a distintos medios de comunicación, a los gobiernos, lo he transmitido a través de muchas voluntarias de diferentes países, y no he obtenido nunca ninguna respuesta, no he visto ninguna solución a nuestra situación.

Veo que mi futuro será genial cuando consiga dejar Grecia. Mi plan es pedir la reubicación familiar para mi padre, y comenzar una nueva vida juntos, quizás con nuevas personas, quizás con un nuevo trabajo, no sé. Realmente, echo mucho de menos mi trabajo como médico.

Creo que cuando piense en toda esta temporada, algunas veces recordaré las cosas buenas, otras veces las cosas malas. Pero he conocido a muy buena gente, a gente increíble, de la que guardaré muy buenos recuerdos. Me siento más fuerte que antes, porque he estado mucho tiempo siendo paciente. Quizás porque he soportado demasiadas cosas malas. He superado muchas cosas. Creo que ahora soy mucho más humano.

Ahora mismo no siento que sea una persona normal. Todo el tiempo estoy pensando ¿Cuándo podré dejar Grecia? ¿Cuándo me van a llamar? Pero creo que en el futuro, seré una persona normal, con una vida normal.

Nadie sabe cuándo acabará la guerra en Siria, espero que muy pronto. Y cuando acabe, me gustaría volver, por supuesto. Porque, de verdad, echo mucho de menos mi país .Es un país genial. Intentaré que sea un país mejor de lo que era antes de la guerra, un país sin Al Assad. El problema es que hay muchas manos metidas ahora mismo en Siria, y es muy complicado sacarlas de allí. No es una guerra civil, es como una guerra mundial concentrada sobre un sólo país. Muchas veces trato de pensar cuál es la verdadera razón de la guerra de Siria, y siempre acabo con un gran dolor de cabeza. Porque no logro encontrar la verdadera razón de esto. Pero sé que un día todo estará bien. Muchas veces me digo a mi mismo esta frase: "estaremos bien un día".

Y así, con el corazón en un puño y las emociones a flor de piel, terminamos el día, agradeciendo a Imad su sinceridad y que haya accedido a abrirse de esta manera para nosotras y para todos quienes seguís nuestras líneas diariamente.




jueves, 5 de enero de 2017

Día 8 - On the road!

Nos despertamos llenas de energía. Hoy hemos conseguido dormir 7 horas y hemos cargado las pilas. A pesar que ayer creímos que nuestras compras habían acabado...tenemos que volver al centro para coger algunas cosas que faltaban. El asunto tintes se está alargando más de lo que creíamos y queríamos. Hoy hay muchísimo tráfico, y casi no llegamos al bus que nos lleva al campo. Gracias a Filipa, el señor autobusero se digna a frenar un poco para esperarnos.
Al subir ¡SORPRESA! Nos encontramos con Jony, tan sonriente como siempre. Estos días ha estado visitando a su hermana, embarazada de 8 meses, así que todavía no habíamos coincidido con él. Enseguida nos pregunta por el equipo y pasamos un trayecto ameno poniéndonos al día.

Encuentros en el 86!

Al bajar del autobús, Elena filma la odisea que supone ir caminando desde la parada del autobús hasta el campo. Un verdadero peligro de día, podéis imaginároslo de noche. Os invitamos a que lo veáis y compartáis. Creemos muy necesario un llamamiento que inste a las autoridades competentes a facilitar a, las personas que viven en los campos, el acceso a la red de transporte de una forma segura. Sabemos que esta situación no afecta únicamente a Sinatex y que ya ha habido atropellos por este problema añadido.


Al llegar al campo, encontramos un grupo de niños/as jugando al fútbol con Anne, otra voluntaria independiente que acaba de regresar de pasar unos días con la familia. Otro grupo de niños/as, se encuentran en la escuela viendo una peli con un grupo de voluntarias griegas. Así que nosotras aprovechamos para pasar al ordenador los datos recogidos para el equipo de optometristas, al abrigo de un té calentito. Al acabar, improvisamos una clase de Kurdo – Español, que se ve interrumpida pues necesitan la ayuda de nuestro profe para traducir. Aprovechamos la tesitura para empezar a repartir las lanas y terminar de repartir algunos tintes que ayer, dada la locura, quedaron pendientes. Enseguida se ofrecen a ayudarnos Diana, Rolyan y Ahmed, que al mismo tiempo ejercen de porteadores, GPS y traductores. Nos damos cuenta que es mucho más sencillo el trabajo de reparto puerta a puerta, que de forma comunitaria, ya que se muestran mucho más pacientes y comprensivas.

Viendo "La bicicleta verde"

Barça - Madrid en Sinatex

Reparto de lanas

Al finalizar, tachamos otra tarea pendiente desde hace días, visionar el documental con Víctor y Lilav, dos de sus protagonistas. Queremos que nos den su opinión y su visto bueno antes de proyectarlo para el campo, pero diez minutos después de comenzar, nos expresan abiertamente que no quieren que sus “vecinos/as” lo vean. Se sienten vulnerables ante los demás, y enseguida comprendemos que, si la convivencia con otras casi doscientas personas ya es de por sí complicada, no quieren darles a conocer lo que opinan a cerca de la situación mientras continúen conviviendo con ellos/as. Por supuesto respetamos su decisión.
Cenamos con la familia de Lilav y Roylan, a quienes ya habíamos tenido que rechazar estos días otras invitaciones. Pronto, sus vecina, Berivan, llama a la puerta y, al ver nuestro ordenador en su cuarto, corre a por unos DVD's y a buscar a su marido. Son los vídeos de su boda. Por supuesto accedemos a verlos todas juntas. Uno de los DVD's no se ve. Nos cuentan que cayeron al mar en su viaje de Turquía a Grecia, pero que consiguieron recuperarlos. Se muestran súper contentos al revivir el día, y van narrando cómo se sucede la ceremonia. Una locura total con más de 1000 invitados. Nos llaman la atención varios detalles. Durante la ceremonia, todos/as los/as invitados/as, pasan a felicitar a los recién casados (sí, más de mil invitados...), y la novia no mira a ninguno de los hombres que pasan a saludarlas,una muestra más de la sociedad machista y patriarcal a la que pertenecen. Así mismo, la novia, nos explican que, como muestra de respeto, no sonríe cuando le toman fotos o vídeos, algo que ya habíamos observado en otras fotografías de bodas que nos habían mostrado anteriormente.

Tras una charreta distendida en uno de los puntos de paso, con todos/as quienes van y vienen, donde un grupo de mujeres se encuentra tejiendo con sus nuevas provisiones, donde un grupo de hombres juegan a las cartas para no perder costumbre, donde un grupo de niños/as juegan al pilla-pilla, donde un grupo de adolescentes se sientan juntos para sumergirse, como todos los adolescentes de este mundo, en las pantallas de sus móviles, decidimos irnos a casa.

Salimos y está lloviendo. ¿Habéis visto el video de la carretera? Imaginaos el resto...Cansadas y caladas, nos despedimos un día más. See you tomorrow my friends!



miércoles, 4 de enero de 2017

Día 7: Un día agotador

Otra vez la alarma del móvil pasa desapercibida durante unos minutos para nuestro estado comatoso. La falta de sueño, de manos y de coche va cada día aumentando nuestro cansancio y nos gustaría hacer más y mejor, pero el día pasa como un relámpago, así que debemos mantener la mente fría y pensar que hasta donde lleguemos, estará bien hecho. No obstante, cada comienzo del día saltamos de la cama con energía y pensando que ya descansaremos cuando volvamos, porque lo que más deseamos es aprovechar el tiempo que estamos aquí.

Antes de ir al campo tenemos que completar unas compras del día de ayer, así que nos dirigimos al centro de la ciudad nuevamente. Está abarrotado, queremos ir rápido y salir de ahí cuanto antes. Recado tras otro, completamos la lista de la compra en tiempo récord y nos vamos al bus.

Como vais leyendo, prácticamente todos los días nos encontramos con algún amigo y visitante de Sinatex, hoy no ha sido menos. Hemos tenido el placer de conocer al padre de Olin, una encantadora joven del campo. Él ha venido a visitar a su familia, pues ya posee el permiso de residencia en Alemania, donde ahora espera juntar a toda la familia. Siempre es emocionante escuchar este tipo de historias, nos encanta que después de meses, o incluso años, una hija se pueda abrazar con su padre.

Al llegar al campo nos ponemos a completar unos detalles que nos faltaban de la lista sobre problemas visuales que hicimos el lunes. Sólo nos lleva unos veinte minutos. Veinte minutos de rechazar tés y almuerzos también, para aprovechar el día, pero al final es imposible!! Poco más que te cogen de la oreja para que vayas a pasar un rato con ellos en sus casas, les encanta ser anfitriones, imagino que ya os habréis dado cuenta.


Con la Familia de Khalil y Afamia

Malak preparando el almuerzo

Total, que un par de almuerzos seguidos después, bajamos a la escuela para distribuir los tintes de pelo para las mujeres. Nada más llegar vemos que aquello va a ser una odisea... pocas están del todo conformes con su tonalidad y otras quieren otro color diferente del que nos han pedido. Una locura que nos agota por su impaciencia. Pero bueno, una lección más aprendida para saber cómo hacerlo en futuras ocasiones sin que acabemos con una sonata de tambores dentro de nuestras cabezas.

Después del reparto y de que Filipa y Andrea hayan cerrado el salón de belleza,tras teñir unas pocas cabezas, decidimos volver todas juntas a Tesalónica para hablar un rato en el autobús sobre el futuro de Sinatex y sobre las necesidades económicas del campo. El equipo independiente que encabezan Andrea y Alex, se encarga de repartir asiduamente aceite, arroz, ajos, jabones para la vajilla y la ropa y lana. Un dato que hasta ahora no conocíamos y muy útil para la gente del campo.

Andrea también nos pone al día sobre la situación del proceso de reubicación. Lo esperado es que en unos seis meses todas las 160.000 personas (aprox.) que actualmente viven en campos griegos ubicados dentro de la península, lleguen a sus destinos europeos esperados. Entonces, se comenzará a tramitar una segunda reubicación para las personas que llevan ya tiempo viviendo en campos, mucho más precarios, de islas griegas como Lesvos, Kios o Moria. La cifra probablemente sea mayor que en este primer proceso. Campos como Sinatex, serán en ese momento el hogar de otras cientos de familias cuyo único aferro será eso que a nosotros, y con nosotros me refiero en este caso a la gente afortunada de tener un techo propio, nos falta tanto, la paciencia.

Aunque no venga a cuento en este post, así arriman el hombro los militares...