Tercera semana en Grecia y tengo la
sensación de que el tiempo pasa volando. Día a día se van acumulando tareas y van surgiendo cosas nuevas por hacer, y a veces no
llegamos a todo, parece que nos falta tiempo.
Pero esta sensación no es compartida
por la gente que sigue esperando que su situación se resuelva.
Este tema es constante en todas las
conversaciones, con todas y cada una de las personas refugiadas con
las que hablo. Muchos de ellos/as llevan meses o más de un año
esperando, de campo en campo, algunos/as con más suerte, han
conseguido ir a vivir a una casa. Pero en todos los casos, cada día
es lo mismo. Despiertan con un sólo pensamiento en la cabeza.
Esperan cada día esa llamada que les diga cuando pueden viajar o
cómo se resuelve finalmente su situación de asilo. Es desesperante.
Cada día igual que el anterior. Cada día, una sola meta, que no
está para nada en sus manos. Parece que alguien ha pretado el botón
de standby en sus vidas.
Cuando decidieron viajar hasta Europa,
no imaginaron que esto sucedería así. Ellos/as esperaban poder
llegar a algún país, en el que empezar de cero, en el que crear una
red de apoyo, en el que poder alquilar una casa, reencontrarse con
sus familias, buscar un trabajo, continuar sus estudios, practicar su
deporte favorito... Pero esta Europa inhumana, insensible y fría ha
congelado sus sueños.
Muchos/as se plantean cada día qué
hacen aquí, se cuestionan porqué decidieron viajar a Europa, e
incluso fantasean con la idea de volver a Siria, Irak, o sus países
de origen. ¡ Que horrible! Pienso yo... Que alguien piense siquiera
en esta idea, con los peligros que conllevaría volver, y después de
todos los esfuerzos y peligros que han pasado para llegar hasta aquí.
Pero pienso también en cuál es su alternativa aquí y en cierta
forma lo entiendo. Intento ponerme en su lugar y creo que al igual
que ellos/as me desesperaría tras meses o años de espera, de falta
de información, de falta de empatía.
Y pienso también en que todos y todas
somos cómplices en esto. Tenemos una responsabilidad en esta
situación y no queremos verlo.
Primero porque como sociedad, hemos
sido incapaces de exigir a nuestros gobiernos que se posicionasen en
los conflictos que asolan estos países, paralizando la exportación
de armas como principal medida.
Segundo, porque tampoco exigimos que
agilicen los trámites para que estas personas puedan viajar a sus
países de destino y puedan comenzar a rehacer sus vidas. Es
vergonzoso que el gobierno de España se comprometiera a acoger a
17.000 refugiados/as sirios antes de septiembre de 2017, y a día de
hoy tan sólo hayan llegado 1.400 personas. ¿Cuándo empezaremos a
reaccionar?
Quienes decidimos venir aquí como
voluntarias somos conscientes que, más que nuestro trabajo y ayuda
en Grecia, lo que estas personas necesitan es una solución
definitiva. Nuestro trabajo por supuesto es necesario, pero es sólo
un parche...
¡Reflexionemos! Ideemos entre todas la
manera de poner solución a estos problemas. Construyamos
colectivamente.
¡Hasta pronto!
Pintando un árbol de la vida
Tod@s colaboran en el mural
¡Muy precioso!
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