lunes, 9 de enero de 2017

Día 10 - Jodido Adiós

Amanecemos por último día en Sinatex. Y amanecer es un decir. Las luces del campo permanecen las 24 horas del día enchufadas.
Hoy ha sido una noche cruda, ha helado en el campo y no hay agua corriente, así que lavarse la cara y despejarse se vuelve algo complicado. Permanecemos un rato al abrigo del calentador, imaginando cómo sería estar allí, con esas condiciones climáticas, dentro de una tienda de campaña. Sabemos que esa es la suerte que corren en otros campos, así que podemos estar agradecidas.

Nuestros anfitriones preparan un contundente desayuno, que nos ayuda a coger fuerzas para la tarea mas difícil de todas: la despedida.

No queremos comenzar, porque sabemos lo que nos supone, pero hay que hacerlo...Así que, muy a nuestro pesar, nos ponemos en marcha. Esta vez, puerta por puerta, habitación por habitación, vamos diciendo hasta pronto a nuestros/as amigos/as. Muchos ya sabían que hoy era el día de nuestra partida, otros nos miran sorprendidos por la noticia. Detrás de nosotras, un grupo de peques nos acompaña. Bromean y llaman nuestra atención constantemente. Algunos se cuelgan de nuestro cuello a la más mínima ocasión, otros nos muestran su tristeza por nuestra marcha con su enfado, aunque finalmente se funden en un gran abrazo con nosotras y no paran de repetirnos “I love you”, para risa de sus amigos. 
También un grupo de adolescentes siguen esta comitiva que, sin querer, hemos creado. Nos llaman a parte para darnos unas pulseras que han hecho para nosotras. Lo agrademos infinitamente y les decimos, tal y como lo sentimos, que siempre tendrán un huequito en nuestro corazón. Intentan hacerse las duras, pero a todas se nos acaban escapando unas lagrimillas. Seguimos adelante engalanadas y y orgullosas de haber logrado crear esos lazos que superan culturas, idiomas y fronteras.

Algunos “hasta prontos” se hacen especialmente duros, y ni nosotras ni ellos/as podemos contener las lágrimas. Hacemos de tripas corazón e intentamos ponerle un punto positivo y agradable a la despedida, deseándoles que la próxima vez que nos encontremos pueda ser en Alemania, en España o en cualquier otro país europeo, y no en esa jaula que va tragándoles poco a poco.

Por primera vez nos invade un sentimiento desagradable. Nos cuesta pensar en volver a la comodidad de nuestros hogares, a la comodidad de nuestras vidas, con todas nuestras necesidades cubiertas, con tantas cosas que ni queremos ni necesitamos, con tan poco tiempo para pensar en los demás, con ese egocentrismo que nos invade cuando nos dejamos llevar por la rutina diaria y pensamos en nuestros minúsculos problemas, de los que nos gusta hacer grandes montañas.
¿Cómo podemos regresar a todo esto sabiendo que sigue habiendo personas recluidas en campos, viviendo en condiciones infrahumanas?
¿Qué nos diferencia de ellos y ellas? 
¿Porqué tenemos que tolerar que está situación se alargue durante más de un año? ¿Hacemos todo lo que está en nuestras manos? 
¿Acaso no es de laguna manera nuestro voluntariado una forma de intentar acallar esas voces en nuestras cabezas que nos dicen que podemos hacer algo mejor?
Entonces esto, ¿lo hacemos realmente por ellos/as o por sentirnos mejor con nosotras mismas? 
Siempre hay un por qué a cada acción. Entonces, ¿por qué preferiríamos quedarnos en Tesalónica antes que retomar nuestras confortables vidas? Quizá es que ya no nos llenan después de haber vivido todo esto. Quizá es que ya nos hemos encontrado con la felicidad donde menos pensábamos que íbamos a encontrarla y ahora nos alejamos de ella.

Llega el momento de marchar. Abrimos por última vez la puerta del campo, y una racha de viento helado(estamos a -4ºC) nos congela la cara, pero parece que esa sensación penetra hasta el fondo de nuestros corazones.

De camino, nuestros amigos Imad y Aziz, que por última vez nos acompañan al autobús, van bromeando, para quitarle hierro al asunto. Cada quien capea el temporal a su manera, pero sabemos que también están tristes por nuestra marcha. 
De repente, a mitad del camino, vemos el bus y echamos a correr, mientras le hacemos señales para que nos espere, e intentamos no patinar con el hielo de la carretera. La última despedida es fugaz, y nos montamos en el bus con una sensación de vacío, y casi sin mediar palabra durante el camino(no hace falta, ambas sabemos cómo se siente la otra), llegamos a Tesalónica

Cogemos nuestras cosas en el apartamento y vamos a buscar a Álex, un chico catalán que también va a Skopje, y con quien compartimos taxi al aeropuerto y vuelo a Barcelona. En el camino charlamos sobre nuestras experiencias estos días. Conforme nos acercamos a Skopje, el termómetro baja progresivamente, hasta los – 15ºC. Y aquí estamos los tres, cada quien distrae la espera como puede, pintando, wasapeando, escribiendo reflexiones e ideas...


Nos despedimos también, por ahora, de todos/as vosotros/as, que nos habéis estado siguiendo cada día en esta experiencia. Os estamos inmensamente agradecidas por vuestros mensajes de apoyo. Y al igual que a nuestros/as amigos/as de Sinatex, os decimos solamente “HASTA PRONTO”, pues sabemos que este viaje aún no ha acabado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario