martes, 23 de agosto de 2016

Día 9. Las dos realidades



Nos levantamos dispuestos a poner en marcha nuevas iniciativas. Como consecuencia de la crisis de refugiados, en Grecia, hay dos realidades:  La de las personas que tienen condición de refugiadas y las que no.

Las personas que no tienen condición de refugiadas, no tienen derecho a vivir en un campo. Vienen en su mayoría desde Afganistán, Paquistán e Irán.  Muchos viven en la calle, casas okupadas, siempre pendientes de posibles desalojos,  o los más “afortunados” en pisos alquilados, gracias a la solidaridad de algunas personas.

Hoy vamos a contaros esta segunda realidad.

                                                   Gente viviendo en el parque
                                         
Nos dividimos de nuevo. En el campo empezamos con las tareas rutinarias y conseguimos trabajar un huerto comunitario,  en el que colaboran orgullosos algunos adultos. Nos sorprende y sobre todo, nos alegra que nos permitan hacerlo dentro del campo.

La otra parte del equipo nos reunimos con un grupo de españoles que se dedica a repartir el desayuno a la gente que vive en la calle.  Quedamos en un parque, donde ya podemos ver a gente esperando su cola-cao, frutas y galletas y nos desplazamos a varios puntos más con el mismo desayuno.

Después de una noche de tormenta y varios chaparrones, las condiciones en las que nos los encontramos son inhumanas. Ropa mojada, caras de agotamiento…ni siquiera tienen esterillas. Todo esto unido a la intranquilidad constante por el miedo a que la policía les desaloje por estar en un sitio público. Hoy no hay mucha gente y somos bastantes voluntarios, por lo que acabamos pronto.  Aprovechamos para hacer unas compras para el campo y decidimos volver a la hora de comer con la intención de hablar con las personas que se dedican a hacer el reparto de comidas.

De nuevo en el parque, conocemos  a dos voluntarios que están haciendo algunas curas con el poco material médico que tienen. Junto a ellos, nos vamos a hablar con uno de los chicos que se encuentra ahí. Nos cuenta que hoy no ha pasado el grupo y no han comido nada.

Hacemos el recorrido de por la mañana para ver si nos encontramos con los voluntarios, pero nada, hoy no vienen.  Volvemos al parque y después de hacer un recuento de las personas que se encuentran ahí y observar necesidades tan básicas como beber agua, nos vamos al mercado. Compramos agua, zumo, manzanas y plátanos. Repartimos una pieza de fruta por persona y una botella de agua y de zumo por familia junto con un paquete de toallitas higiénicas.

                                                  Esperando reparto de comida

Nos impacta la situación general y varios casos especialmente vulnerables en particular, como una mujer embarazada, dos bebés llenos de polvo y un niño discapacitado.

Salimos hacia el campo, relativamente tranquilos porque nos hemos asegurado de que al menos hoy, van a estar hidratados pero con una estampa difícil de olvidar.

Nos volvemos a juntar los seis y nos preparamos porque vienen curvas. Algunos estudiantes de inglés nos pidieron una clase de conversación donde poder hablar sobre su situación.

Enseguida empiezan a participar y escuchamos sus testimonios, que aceptan que grabemos para el documental que estamos preparando.

Nos cuentan con nostalgia su vida en Siria, con entereza como llegaron hasta aquí y con una fuerza extraordinaria que esperan de su futuro. A nosotros nos cuesta mantener la entereza que ellos demuestran.

Después de uno de los días más intensos emocionalmente, charlamos un rato con los amigos que aún no se van a cenar y después de las despedidas nos vamos para casa.

El plan para mañana es similar al de hoy.

Nos vamos a descansar para coger el día con fuerzas.
Hasta mañana!


No hay comentarios:

Publicar un comentario