sábado, 27 de agosto de 2016

DIA 13: Punto y seguido.

Una día más, nuestro despertador suena a las 8 de la mañana y el café que preparamos desprende sus primeros aromas a despedida. Somos conscientes que sólo nos quedan dos días aquí y que nuestros sentimientos cada vez más, se disponen a flor de piel.

Nos dirigimos como cada mañana, más veloces y ya acostumbrados al caos de la circulación griega a la zona de parques próxima a la estación donde, junto a nuestros equipo de voluntarios, cada vez más numeroso y cercano, a distribuir unos pocos de alimentos que aporten algo de energía a estas personas que realmente no saben hacia donde ni hasta cuando les conducirá este viaje tenebroso cargado de incertidumbre. Cada pieza de fruta o vaso de leche entregado se prolonga con una mirada o contacto que nos encoge en lo más profundo de nuestros adentros.

                                                                   "Breakfast team"

Hoy hay más gente que en días anteriores y muchos de los rostros nos son familiares porque muchos de ellos han retornado a los lugares de donde fueron desalojados ayer.

Terminado el reparto toca despedirnos de algunos compañeros del “breakfast team” que regresan a sus ciudades con la sensación de haber aportado su pequeño trabajo de hormiga que por desgracia, cada día hay que casi comenzar a construir de nuevo.

Cargamos el maletero con la compra para mañana y nos dirigimos al campo con la idea de poder estrenar los últimos juegos que anoche terminamos en casa entre bostezos apoderados de cansancio, pero siempre esperanzadores y cargados de ilusión. Los niños enseguida participan y disfrutan con ellos y preparan sus primeras estrategias que mejoraran seguramente en los días venideros.

                                                  Afinando la puntería

Otra tarea pendiente que somos capaces de terminar de cerrar es el reparto de pasta y cepillos de dientes para todos los habitantes del campo, gracias también  a vuestras aportaciones económicas.  Llegados a este punto conseguimos ver más allá de las sonrisas que nos regalan las caries que enmascaran muchos momentos difíciles ligados al dolor y tristeza.

                                                                      Asombrados

Ponemos en marcha el kit de peluquería del campo y dos de nuestras hairdresser cortan cabellos a varias personas, entre ellas a tres de nosotros.
Ya en casa y con nuestra última pita entre manos, digerimos las sensaciones del día y vemos más claro que esto no termina aquí, pensando ya cómo y de qué manera seguir colaborando desde nuestros privilegiados hogares de cuatro paredes.


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