domingo, 21 de agosto de 2016

Día 7. Semillitas germinando


Llegamos al ecuador de nuestra andadura y como todos los días, nos levantamos cansados,  pero el tiempo que nos cuesta despejarnos es tan corto como el que nos supone comenzar a proponer nuevos proyectos e ideas que ponemos en común en  el desayuno. Nos da la sensación que durante la noche cada uno hace su reflexión particular y analiza sus propuestas de mejora para aportar a la mañana siguiente. Durante el mismo se van sucediendo conversaciones y sensaciones vividas en los días anteriores que reflejan en nuestros rostros sonrisas cargadas de ilusión y ganas de seguir aportando todo lo que podamos.


                                         Los más peques siempre dispuestos a colaborar

Nos montamos en  la furgo rumbo al campamento y vamos notando que progresivamente le cuesta más subir las cuestas, quizás sea porque cada día está más llena de todo lo que nos aportan las personas que vamos conociendo más profundamente. Una vez allí, las primeras horas del día las llevamos a cabo trabajando  de manera conjunta (colocamos la red de voley, fabricamos fichas de ajedrez para la mesa-tablero, construimos un “mikado”, y elaboramos nuevos carteles...) Estos trabajos que hacemos entre risas y guiños alimentan y favorecen, si cabe más, la cohesión entre nosotros.

Apreciamos durante nuestras construcciones matutinas, la curiosidad de algunos adultos que salen del campo para observar las cosas que vamos haciendo.
Hoy nuestra estancia, nos regala otro maravilloso momento, Halil se reencuentra con su padre que había sido deportado a Turquía un tiempo atrás, el cual pudo escaparse de diferentes controles policiales para poder encontrarse de nuevo con su familia.

Nos vuelve a sorprender la generosidad de la gente, cuando nos traen tres platos de guiso de garbanzos para cargarnos de energía, hecho que nos hace pensar que estamos recibiendo más de lo que nosotros podemos llegar a aportar.

Después de comer y, sin tiempo para digerir los productos griegos y kurdos, decidimos, de la misma manera que el día anterior, diversificar  tareas y varios acceden dentro del campamento para continuar con nuestras “páginas amarillas”, fomentando las capacidades de los habitantes e intentado captar las necesidades de otros para procurar solventarlas en la medida de nuestras posibilidades . Por un lado, percibimos a muchos más activos y motivados con su sentimiento de utilidad gracias, en parte, al trabajo incansable de Rudim, nuestro traductor. Algunos inician pequeñas tareas de carpintería y otros deciden plantar algunas semillas en espacios que ellos mismos han creado para ello. Nos ilusiona y enriquece la idea de que el campo pueda seguir los pasos de la autogestión. Además, dos jóvenes del campamento aceptan la idea de iniciar la semana que viene clases prácticas de dibujo y deporte.

                                                      Elaborando las "páginas amarillas"

Algunas personas nos preguntan, inmersos en un mar de dudas, que país les recomendamos para pedir asilo. Deben seguir un procedimiento de elección de ocho países en orden de prioridad, los cuales, desgraciada e injustamente no abrirán sus puertas para poder reorientar sus vidas.

En una de las paradas entregamos a una persona, con dificultades visuales percibidas ayer,  varias gafas graduadas que recopilamos de España  donadas por amigos y familiares para que pueda probarlas y así paliar sus dolencias, así como una listado de hospitales gratuitos en la ciudad de Tesalónica.

Otro alto en el camino, nos detiene en una de las tiendas  del interior, donde otra de nuestras compis mantiene conversaciones con un grupo de mujeres que confiesan, de manera abierta y confidente,  algunas  de sus  necesidades , tanto materiales (papel, azúcar, aceite..) como personales (mayor independencia respecto a sus responsabilidades familiares y sentirse bien con ellas mismas…)
Durante el recorrido por el interior del campo surgen conversaciones de gran intensidad con momentos y palabras que serán muy difíciles de extraer de nuestras cabezas y corazones para el resto de nuestras vidas.

Mientras tanto, en las aulas exteriores, continúan las actividades ya asentadas con los niños, así como otras nuevas propuestas, de carácter innovador con los adultos, a las cuales, como en días anteriores, sobre todo mujeres y adolescentes acceden ilusionados. Hoy toca sesión de masajes de mamás para bebés y para ellas mismas.

                                                           Taller de masajes para bebés

A unos pocos metros  conseguimos reorientar a los hombres en su práctica deportiva, con la nueva red ya instalada, algunos se acercan a echar unos toques de voley. Seguro que con el paso de los días podrán alternar los deportes siendo que, además,  hemos cargado en la furgo una vieja canasta que estaba guardando polvo  para intentar arreglarla y darle uso en las próximas jornadas.

                             El voley también mola


Poco antes de concluir la sesión de masajes, se escuchan a lo lejos varios gritos desesperados de varias personas, podemos observar el tumulto formado y tras varios minutos de incertidumbre nos hacen saber que dos hermanos han recibido una llamada telefónica desde Turquía notificando el fallecimiento de su madre en un accidente de tráfico.  Se genera, tanto fuera como dentro del campo, una sensación de vacío y tristeza que también nos envuelve a nosotros que nos encauza a decidir que es el momento de terminar con las actividades y empezar las tareas rutinarias de recogida y limpieza de las aulas y alrededores para poner fin a otro día intenso, afable y enriquecedor.


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