sábado, 20 de agosto de 2016

Día 6. Polvo, tiendas, viento y sol

Empezamos el nuevo día con alegría, hemos roto el récord y hemos dormido más de media docena de horas por primera vez. Hoy, sábado, es un día de más relax y desayunamos con la calma, tenemos que hacer compras básicas para nosotros: fruta , pan,…vivimos con tanta ilusión, que a veces se nos olvida que comemos o incluso que tenemos aparto excretor.

De camino al campo “caza-mierdasqueamos”. Para los no iniciados, se trata de la afición de coger todo lo que la gente tira como basura y que nosotros resucitamos de nuevo, así hemos cogido una mesa de té medio rota que actualizaremos.

Llegamos a Sinatex pasado el mediodía, y van llegando poco a poco nuestros pequeños amigos con ganas de empezar el cotarro. Empezamos con nuevos proyectos de infraestructura como ganarle espacio al sol con un nuevo sombrajo y la confección de una red de vóley que ilusiona a la chavalería, además, continuamos con otros trabajos ya iniciados, como la mesa de ajedrez y actualizamos la mesa que acabamos de cazar y deciden convertirla en un tablero de backgamon, se acerca algún hombre y jovenzanas que se añaden al trabajo. Mientras estamos con los pequeños en una sesión de baile que resuena por todo el campo.

  
                                                                    Bricolaje 

La lluvia nos regala un ratito de frescura y un rato más tarde nos ponemos a comer juntos y sentados en los bancos que construimos, también, por primera vez. Víctor, nuestro gran amigo nos acompaña, es uno más.  Los demás miran con cara de asquillo (algunos la describirían como “hamás, hamé hamón”)a  nuestros bocatas de jayufa (jamón) y montan una sesión de ”música kurdish” que se oye en todo el campo. Pronto nos levantamos para unirnos al kurdi-guateque donde bailamos con las chicas adolescentes que se mean por nuestro estilo.

Pronto llegan las mujeres para la “Beauty party” al principio discretas, pero a medida que se va llenando el lugar las reciben con el típico grito árabe (Zaghareet), les encanta tener un espacio para ellas, se maquillan, se pintan las uñas, se peinan y nos peinan,  y todo a pesar de que los niños no las dejan en paz ni un ratito. Están en su salsa, algunas vienen por primera vez al espacio cultural, se jalean, se ponen a hacer percusiones y cantar, flotamos entre risas.

Mientras, otros estaban en una nueva clase  baile para adolescentes, jugando con los niños, tomando el té con las familias y acabando proyectos bricomaniacos.

         Calentando motores para la clase de baile
Las conversaciones acercan nuestros corazones cada día aún más: compartimos el pasado, el presente y el futuro, quieren que sepamos que DAESH o cualquier “otra organización terroristal” no son musulmanes de verdad, los que se sienten musulmanes nos cuentan que el islam es ser hermanos de todo ser viviente y lo demás son paparruchadas.

Además hoy teníamos un nuevo plan para proponer a los adultos, crear unas páginas amarillas con los habitantes del campo donde cada uno ofreciera sus habilidades personales (carpintería, costura, aficiones…). Le comentamos a Rudim, uno de los habitantes, la idea para ver su opinión y proponerle que sea él el que lleve la voz cantante. Le parece genial y nos ponemos a diseñar el cuaderno y las fichas personales para hacerlo en inglés y en árabe, así servirá para ellos y para los voluntarios que vamos llegando.

Pensábamos en empezar mañana, pero a él le apetece comenzar cuanto antes. Nos avisa de que quizás algunos se sientan recelosos, ya que están hartos de los censos militares. Empezamos por las tiendas del exterior de la nave y tenemos una enorme acogida, creen que es una buena idea.  Nosotros pensamos que esta idea creará tejido social y que les incentivará a crear más proyectos para que así dejen de depender tanto de la voluntad de los que venimos fugazmente. Es enriquecedor conocer sus habilidades, oficios, hobbies y les traslada a la esfera de la acción, de las ilusiones y de los sueños.
                                                 The helping notebook

En la otra punta, la fiesta arrasa, música internacional y étnica, disfrutan tanto que hacen videollamadas a sus familiares en el exterior para compartir su alegría, dicen que hoy han sido felices.

La noche se nos echa encima y comenzamos con las despedidas, tanto amor es difícil de despachar en media hora: besos y abrazos ilimitados.

Acaba otro día en lo que Labordeta diría “Polvo, tiendas, viento y sol”. Mañana dejaremos que nos sorprenda el sol.


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